Cruz Roja
La Cruz tan roja sobre un fondo blanco,
son manos llenas de misericordia,
de aquel que sufre y necesita tanto,
de aquel doliente del que está en la Gloria.
Les cura el corazón y las heridas,
por la justicia siempre y por nobleza,
por una vida digna y ya sin prisas,
por humanismo y libertad sin grieta.
Para que no arda el fuego de la guerra,
por la unidad y un mundo sin violencia,
por las vidas llevadas a la quema.
Será por esa compasión que tengas,
tu pan, tu abrigo, por tu ayuda llena,
la Cruz es roja en tus manos queda.
Ahora ya puedo salvar vidas, he terminado mi curso de reanimación.
Así, si mis escritos les matan de tedio,
de seguro podré poner el remedio…
Hace un año, concluí mi formación como voluntaria de la Cruz Roja. Tenía la intención de ir al frente para atender a los heridos y enfermos, pero en aquel momento se me negó la oportunidad debido a una sanción que recibí por manifestarme en contra de la guerra. A pesar de ello, sigo teniendo que reportarme regularmente a la oficina de policía. Sin embargo, a raíz de los trágicos incidentes ocurridos recientemente en Moscú, he tenido la oportunidad de colaborar de una manera más directa: no solo donando sangre, sino también participando en el proceso de recepción de otros donantes de sangre.
Es mi ferviente deseo que la humanidad pueda abandonar su agresividad innata, que se manifiesta en pensamientos egoístas, altaneros, parciales, interesados y orgullosos. En mi opinión, las guerras no son tanto el resultado de la falta de seguridad o de la ambición económica desmedida de los grandes grupos económicos, sino de la mentalidad primitiva que estas personas y sus votantes eligen adoptar, abandonando toda humanidad en favor de la bestialidad.