Subo al escenario

Vine y dije que como así de fácil
la nieve actual volando desde el cielo
cae gratificando en forma grácil,
a mí me es fácil despojar el velo.


Así que, para complacer a usted,
me es tan fácil subir al escenario.

Y no es extraño cuando se lo digo.
Voy tan acostumbrada, no es primera,
tampoco la última en mi piel castigo,
como mirada en fuego a mi ojo hendiera.


Voz cayendo a sus pies igual que nieve,
muriendo, como nieve torna en barro.

¡Ya no se puede!, ¡No me queda fuerza!
Rechazo mi destino en esta escena
vistiendo como niña tan dispersa,
como loca de algún hospicio en pena.


¡Se heló mi frente, pánico en mi espalda!
¡Que alguien estire el resto de mi tiempo!

En el borde mortal de soga al filo,
hay una almea esperando la cisura.
Sabiendo que mi muerte pende al hilo,
por cada vez reviviré en bravura.


Mañana moriré y despertaré,
pues debe ser así, será esta vez.

Al límite cansada de fisgones,
por vuestro oído gasto yo mi vida,
y a la que yo amo, siempre está en balcones.
yo sin pudor o asilo fenecida.


Cuando despierte al fin del riesgo en vano
dirán que fui una artista y poetisa.

Mi garganta doliente por las llagas,
sangrado de mi voz que me atormenta,
de un salto ciego desde sombras vagas,
con alas de la oscura paz me alienta.


La gente forma un solo rostro nítido
más y más va fundido en su belleza.

La lentitud del gesto lo trastoco,
en reverencia plena y denigrante,
el mal a la alegría lo revoco
no para siempre, solo este instante.

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