No escribas sobre tormentas
¡En mi hogar, es un lío el informe del clima!
¡Resplandor!, ¡La tormenta es eléctrica aquí!
¡Y que nadie describa el jardín! —proscribí.
¡Amordaza tu verso y concédele estima!
¡Que le cuelgue a la tierra aceptando el diluvio!
¿De alabanzas seré conductora y la jueza?
¡Alegría!, ¡delicia el jardín con maleza!
¿Es delito llegar a mi huerto y su efluvio?
¿Que si soy la chismosa y rival que le hostigue?
Al seguirla de cerca y de prisa, la ciencia
en mi bosque conversa en el ritmo y cadencia
del lamento de lluvia y rocío que sigue.
En silencio seré la testigo del mundo,
el registro del clima invariable me apresa
y mis manos, corriendo a lo largo en la mesa.
¿Es trabajo escribir en papel lo profundo?
Al final, el descanso es un premio al tormento,
si tu mano libera el agobio que inhibes,
abrirás tu interior al poema que escribes,
acercando el papel a tu verso y tu aliento.
Olvidando tormenta y diluvio tan raro,
dejaré disolver el recuerdo en mis ojos,
del amor y la angustia infantil de cerrojos,
Ya mi mano redacta armonía que amparo.