La colmena de nieve es más tranquila,
la ventana de vidrio es más serena
y cae el fino velo lila y suena
abandonado en el sitial, estila.
La tela, ya borracha de su averno,
mimada en la caricia del calor,
experimenta su verano en flor,
como si no supiera del invierno.
Y si en las gemas tan heladas fluye
la escarcha de la eternidad que veo,
las libélulas traen su aleteo
con vista clara y vida que rehúye.
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