Es tan malo vivir
Es tan malo vivir como viví ayer,
en una fiesta vacía, donde todos están muertos entre sí
y la vulgaridad de un borracho
silba en el cerebro, en un círculo vicioso.
Un monstruo domesticado en las casas ajenas
para llevar dos cafés mojados en las cuencas de los ojos
y no quedarse información en la mente,
sino una ansiada comidilla de pueblo.
Estar contenta con el lujo de la desgracia,
en una negligencia imprudente y malévola
para seguir el marchitamiento de la estrella que se
hundió en mi mente al nacer.
Siguiendo una voluntad ajena, como en un bucle de un lazo,
inclina tu cuello ante el infierno resecado,
aparta tu rostro de los magros cuadrados,
sin atreverte a estar con niños y animales.
Aprieta un pedal seco:
sin esos, sin los mejores, correteando por el mundo,
¿pero sin mi misma? ¡La tristeza no es genial!
¿No debería acaparar esta joya?
Para burlarse de la cólera ardiente de las máquinas con un manto
y volver a sobrevivir, por difícil que sea,
bajo la valiente protección de los hombres,
que es inadvertido tomar como novia.
Para tentar problemas con toda hipocresía,
pero esperando con astuta ceguera visionaria que volverá a ser de noche en el jardín
para compensar sus balbuceos comerciales.
¿Qué secreto está enamorado de mí, para
cuyo beneficio es dulce mi salvación,
ya que me fue dado al final del día
convertirme en una loba hambrienta del orden?
¡Oh, esto es todo! Los árboles y el río
están listos para traicionar un secreto milenario,
y con primitiva precisión la mano
lleva una llama a los cerosos muertos.
El obsequioso recorrido de un lápiz tiene
prisa por servir y sacrificar longitud.
Y el alma dura es tan pura,
como si ahora fuera irradiada por la luna.
Atormentando el cielo y los bosques con sus ojos,
Un ídolo ajeno, en lengua extranjera al
rey en la oscuridad con la enormidad de su rostro,
que nadie más ha visto.
Antes del viejo día no conozco la vergüenza,
antes del nuevo día no conozco el arrepentimiento,
y lentamente borro un mechón de mi frente
para la mayor comodidad de pensar.