Diciembre

Seguimos las costumbres invernales.
Jugamos, sin ceder a nuestras risas,
dando a la nieve formas imprecisas,
lanzándola en el aire en mil raudales.

Previendo algún problema de antemano,
testigos nos observan, ya se juntan,
la duda les consume y nos preguntan:
— Hey, ¿qué sabrán hacer las dos en vano?

— Estamos esculpiendo a una mujer.
Se escuchan los festejos y el asombro
cuando elongamos la cadera al hombro,
dando forma a la altura en el mover.

Y dices: — Mira cómo esculpo aquí.
— Es verdad, tu esculpir es tan enorme,
vas sanando la forma de lo informe.
Y digo: — Mira cómo yo añadí.

Lo blanco moldeando su relieve
acata dócilmente lo forzoso,
muy pronto me percato de lo hermoso
del rostro que dibujas en la nieve.

Salimos al sendero blanco y frío,
los transeúntes miran con descaro.
Con mirada infantil te lo declaro:
— Por siempre, jugaré este juego mío.

— ¡Amor!, ¡Sucumbe a la obra más compleja!
¡Mi amada, mi mejor trabajo y sueño!
Concédele la suerte de un pequeño
que pinta un árbol, una casa y reja…

Diciembre

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