Caminos

Por estas calles largas, tanto ruido,
intacto el polvo en líneas tensado,
las vías largas, Peter del pasado,
sombrío, tal parece dividido…

Alguna cosa me estará llevando
visible sola, pero a parte alguna.
Ahora voy perdida, sin fortuna
y sigo encrucijadas, caminando.

Mi flujo de motivos, mis ideas
corriendo lejos para no extraviarlas,
yo seguiré entre miles, una vía.

Las hojas vuelan entre chimeneas,
el gélido aire logra así apiñarlas
y nada evita la melancolía.

Peter es nuestra forma coloquial de llamar a San Petersburgo.
Cuando tenía 17 años el mundo entero estaba abierto para mí, buscaba formas de autoexpresión y, al mismo tiempo, una persona que estuviera a mi lado en esta búsqueda.

Estuve enamorada. Llevaba 2 años de universidad y ya me había titulado como Licenciada en Literatura, seguí con Filología y ahora estoy terminando mi primer posgrado, por supuesto, hubo un gran fracaso en mi primera relación de cuatro años.

Pero el poema no se trata solo de esto, también se trata de mi sentimiento por Peter, sino sobre el otoño, y sobre lo importante que es no perderse, incluso si para ello necesitas nadar contra la corriente…

Esta semana me correspondió visitar nuevamente, como cada otoño esta ciudad, la capital del norte. Aquí hay un lugar icónico llamado la Plaza de las cinco esquinas. No es su verdadero nombre, pero eso es otra historia muy interesante, pero para otro tiempo. Este es un sitio para meditar acerca del camino que podemos tomar para nuestras vidas.

Hay tantas alternativas, tantas opciones, con cada elección las opciones van disminuyendo, te vas concentrando y encerrando en un destino, la libertad se va encogiendo.

Lo importante es estar en el camino correcto, de vez en cuando parar, mirar, preguntarte si sigues o si cambias el rumbo.


Y el soneto quedó aquí.

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