Asignaciones de primavera
Le rezo a una persona amable y buena,
desde lo más profundo de mi enigma,
que sea para siempre alegre y plena.
Y yo, que no comprendo a la fortuna,
la simple intriga de la suerte echada,
voy rehuyendo los problemas de una.
Que ni de afán ni de ambición ajenas,
bloqueo con mis hombros lo complejo,
que ni ella y su familia sufran penas.
Que fértil viva días tan dorados,
bajo la carga de los altos premios,
las copas alce con sus invitados.
Y sin saber razones ni peldaños,
me golpeé la frente contra el suelo,
entre mis rezos, fallos de los años.