¡Oh, mi héroe tímido!
¡Oh, mi tímido hablante! ¡Diestro obviaste tan cruel
la vergüenza presente! ¡Llevo cuántos momentos!…
¡Por cuánto tiempo llevo actuando este papel!
Sin depender de nadie, los malditos sustentos.
Entre escenario y sombras, escapaste invisible.
En vergüenza y delirio fui tras público atroz:
estaba toda en dudas, toda en papel perdible.
Mi rol quedó olvidado. ¡Cómo os reísteis vos!
Y no me perdonaste la audacia de mis pruebas:
mis pérdidas patentes, mi sonrisa interior.
Así las piaras, hatos, rebaños con sus cebas,
vinieron con apuro bebiendo mi dolor.
Tan sola, sola, en medio de la vergüenza aullante,
anduve con mis hombros caídos ante todos,
pero la muchedumbre no distingue al hablante.
¡Qué miedo tienes, Lira! Salte de los recodos.
No tengas miedo hablante, no te delataré.
Toda nuestra cuartilla, sólo es esta cuartilla.
Perdí con saña todo. Fue toda nuestra fe,
era sólo un dolor, más cuánto hay en la arcilla.