En mi querido libro, mi cuaderno
acabo de cerrar el apartado
de los deseos que ya se han volado…
me he tropezado al fin con este invierno.
Probé lo de cambiar perfil, mi forma.
Probé afrontando mis mentiras típicas,
pensé en cambiar manías arquetípicas.
Y nada sucedió, ya no hay reforma.
La multitud condena al embustero,
y al mismo tiempo gusta del engaño,
siguiendo el juego popular, me amaño,
llevando mi existencia infame, muero.
A nadie hiero y nadie me lastima.
Así, perdiendo el mérito y virtud,
cansada de existir en multitud,
olvidaré mi usada pantomima.
Los mentirosos no perdemos nada,
y nunca cobraremos ni una cosa,
y siendo yo una humilde mentirosa,
alguna vez ansié el vestir de un hada.
Pues, siendo mentirosa, quise amar,
alguna vez tratando amé a su modo,
dejando mi camino lleno en lodo,
me quedan pocos sitios para andar.
Y al fin, me estoy quedando sin sitio al que escapar…
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