Me es más conveniente recordar que tener…

Me conviene más recordar que tener.
Cuando este momento y el momento pasado
se unen como el azote del nitron,
su sonido común es un poema.

¡Cómo amo la primavera pasada!,
la casa y su jardín, de naturaleza fuerte,
por el trabajo de la montaña,
se mantuvo en peso sobre la tierra,
pero debajo del cielo.

Amo ahora, pero, estando sujeta a la primavera,
sólo sentía miedo y letargo hacia el volumen del mar,
que imaginaba e implicaba en la ventana de la noche.

Cuando el mar y la luna convergieron,
un escalofrío instantáneo me heló la nuca,
como si yo, habiendo excedido el rango de la mente,
me atreviera a familiarizarme con el Universo.

El balcón se asomó a la esencia de la eternidad,
¿no fue demasiado? Más quedó la alegría
de que, habiendo tomado el presente
en el tiempo pasado, lo recuperaría todo.

¿No es descaro — por el mar y la luna,
despilfarrarlos y morir de sentimiento?
Viven con sus propios ojos, como en negro,
y despertarán en mí por los siglos de los siglos.

¿Qué pasa entre ambos momentos?
¡Cuánto dura esto! — la sombra de un objeto
arrojado al desierto de los siglos
se vuelve más y más fuerte en el alma.
¿No es esta la clave del oficio del poeta?,
Conocer sus reglas: el miedo mortal y el valor,
sobrevivir al brillo de la vida,
quemarlo hasta los cimientos
y obtener su reflejo inmortal.


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