En una casa de vacaciones vacía
Caer desmayada como una fruta dormida,
en el silencio de las ramas y lechos,
no ser consciente de la carne viva,
de su extraño y áspero desorden.
Aquí hay una manzana que surgió ayer.
Los músculos de la humedad,
la belleza del pigmento, y los empujes del flechazo.
Pero a la manzana, eso le es tan indiferente.
Y aquí, como una niña fértil,
no puedes hacer frente a tu propio cuerpo,
no prevés todas sus empresas,
no extiendes sus tejidos.
Y entonces se vuelve aburrido al final,
mirarse a sí como médico a su paciente,
escuchar el crujido de corazones todo el tiempo
y distinguir el cosquilleo de las moléculas.
Y ya quiero dar la vuelta, apartarme,
pero el ojo tiene curiosidad.
Así la música del piso superior se interpone,
interfiere y atrae inmediatamente.
En el desierto, en mi soledad,
bajo la nieve que crece en el techo,
vivo sola y como si dos – con un suspiro
en los pulmones, con un golpe de sangre.
Ahora sonrío, luego mi voz chilla,
y mi pulso late como una mariposa
en la palma de tu mano.
Bueno, gracias a Dios, alguien quedó viva en la casa vacía.
Y entonces te lo agradezco,
mi cuerpo, el animal vivo de la naturaleza,
hazlo, haz mi vida sencilla, como el sol,
como el bosque, como los huertos.
¡Y Sigue jugando, no hagas silencio!
En la soledad profunda, en el invierno,
me divertiré en medio del vacío,
cerca y ruidosamente poblado por mí.