Testamento II

Ven a escribir mis versos en mi puesto…,
sombras que avanzan, roto hendido al modo,
como si ya lo hubiera dado todo,
como si nada me quedara en resto.

Solo un reflejo obscuro de mi signo
verso que cede, roto y tan anclado,
quedan así mis juegos del pasado,
algo pequeño, mudo son benigno.

Calma tan rara, males tan extraños,
miles buscando hallarlos, más sin verme,
versos que dejo al fin de mis peldaños.

— ¿Qué dejará el poeta si ya duerme?
Luego del fin del verso, ¡poco queda!
Se usa y se olvida como quien depreda.


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