¿Cómo podría contenerme ahora?
Es una pena, debo haber perdido.
Pero eso es todo, quizás sea todo.
Te fuiste, pero no supe qué hacer.
¿Qué se supone que debería hacer?
Definitivamente no lo quería.
No todo es así, probablemente no sea así.
Te estoy esperando, mi fuerza, mi debilidad.
Te espero tanto, mi corazón, mi alegría.
Te espero tanto, mi ternura, mi cielo.
Anhelo escucharte.
Tic tic tac y el tiempo simplemente se acaba.
Y el amor que no perderé, esperaré, esperaré por ti.
Soy tuya, y así será
aunque no vengas y nunca estaremos juntas.
Eres un sueño y eres mi amor.
Te estoy esperando, mi vigor, mi esclavitud.
Te espero tanto, mi caridad, mi gozo.
Te espero tanto, mi gloria, mi edén.
Anhelo escucharte.
Anhelo escucharte.
Luego de la pérdida de mi padre en un atentado al sur del país, en 2004, mama decide partir desde nuestra aldea. Recomenzaríamos nuestra vida en el este, en la ciudad de sus padres. Partimos rumbo al extremo oriente donde no encontramos a familiares cercanos, o lejanos.
Blagovéshchensk, es una ciudad a las orillas de la confluencia de tres ríos, que al mismo tiempo constituye una frontera natural con la ciudad China de Heihe.
Allí crecí y allí un día perdí a mi madre debido al cáncer, cuando aún yo no cumplía los 13 años.
Hace algún tiempo, le escribí este poema a mi madre. Sin embargo, también es aplicable a todo tipo de relaciones rotas en una separación cruel, como la de hermanos e hijos que ya no están, padres y cónyuges, los amigos de la infancia, relaciones de pareja. Cada quien tiene a alguien a quien esperar tanto y tanto. Los niños y niñas desplazados de conflictos, hoy son inmigrantes que han perdido a más de algún ser querido, como la chica de la foto en algún campamento de refugiados de Siria u otro conflicto. Mis sentimientos están con esas víctimas.
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